La reciente muerte del Papa Francisco ha dejado al mundo católico en un estado de reflexión y anticipación ante la elección de su sucesor. Sin duda, el pontificado de Francisco, marcado por su enfoque hacia una Iglesia más inclusiva y abierta al diálogo interreligioso, marca un hito importante en este siglo XXI. Para profundizar en las implicaciones de su fallecimiento y los pormenores del cónclave que elegirá al próximo Papa, conversamos con José Zanca, docente de historia de la Universidad de Buenos Aires e investigador del CONICET.
Un Papado Singular
José Zanca señala que el papado de Francisco fue una continuidad con los cambios que la Iglesia Católica ha experimentado desde el Concilio Vaticano II (1962-1965), un evento que redefinió el concepto de universalidad dentro de la Iglesia. Durante este concilio, se discutió cómo la Iglesia puede ser una institución genuinamente universal, capaz de incluir diversas culturas y formas de catolicismo, en lugar de estar anclada a tradiciones estrictamente europeas.
«El Concilio permitió que las voces de otras regiones del mundo, que antes eran marginales, comenzaran a ser escuchadas», explica Zanca. Con la elección de Francisco, un argentino, como Papa, se evidenció que la Iglesia ya no solo pertenece a Europa, lo que abrió la puerta para que un futuro pontífice pudiera provenir de otras partes del mundo, rompiendo así con siglos de tradición en la que predominaba la figura del Papa italiano.
El Proceso del Cónclave
El cónclave para seleccionar al nuevo Papa, que se configura como un evento lleno de solemnidad y un aura de misterio, tiene reglas muy específicas. Solo los cardenales menores de 80 años pueden votar, una disposición implementada recientemente por el Papa Pablo VI, para modernizar la institución y asegurar que las decisiones se tomen con una perspectiva más contemporánea. Este proceso no se asemeja a una elección política habitual; si bien hay negociaciones y alianzas entre los cardenales, se sostiene que el Espíritu Santo juega un papel crucial en la decisión final.
Zanca menciona que “los cónclaves son siempre sorpresivos, ya que no hay encuestas ni un sistema democrático tradicional. La elección está más alineada con la creencia en una intervención divina, lo que añade una capa de complejidad a las expectativas.”
Posibilidades para el Futuro
Ante la pregunta de si el próximo Papa podría ser alguien que no sea italiano o europeo, Zanca se muestra cauto. «Históricamente, ha habido un predominio europeo, pero la evolución de la Iglesia sugiere que esto podría cambiar. Sin embargo, pronosticar el futuro en este contexto es complicado”, añade, destacando que la diversidad cultural y geográfica de la Iglesia está en constante cambio.
Con la mirada puesta en el nuevo liderazgo que emergera tras el cónclave, el mundo católico espera que el próximo pontífice continúe la labor de Francisco, promoviendo una Iglesia que no solo represente a una fracción de la población global, sino que sea un reflejo de su diversidad.
En este momento crítico, la Iglesia Católica se encuentra ante la posibilidad de una transformación significativa. ¿Podrá el nuevo Papa, quienquiera que sea, continuar con la visión de universalidad que promovió Francisco? El próximo cónclave no solo elegirá a un nuevo líder; también tendrá el desafío de definir el rumbo de una institución que busca adaptarse a un mundo en constante cambio.
Mirá la nota completa en video aquí: