Tras la sorpresiva muerte del Papa Francisco, Roma se encuentra en plena preparación para la elección del sucesor en un proceso cargado de solemnidad y reserva. Eugenio Covián, abogado y diplomado en antropología cristiana, explica que, aunque la tradición indica que la elección puede tomar hasta tres días, no existen certezas sobre cuándo será anunciado el nuevo pontífice, ya que en estas circunstancias, algunos expertos consideran que podría demorar más que las 48 horas habituales.
Covián señala que el Vaticano ha tomado medidas extremas para mantener la cautela y la reserva en el proceso, entre ellas, la desactivación de la señal de teléfonos móviles en la Capilla Sixtina y restricciones para evitar influencias externas. Además, contó que uno de los cardenales sufrió un robo de sus pertenencias personales, un hecho insólito, y que en general, los prelados llevan una vida bastante normal en las cercanías del Vaticano, caminando, comiendo en pequeños restaurantes y hospedándose en casas religiosas, todo en un marco de austeridad.
El proceso electoral comienza con reuniones previas denominadas congregaciones generales, donde los cardenales expresan sus ideas sobre el perfil del futuro Papa. Luego, se realiza el cónclave propiamente dicho, con votaciones que podrían extenderse si no hay consenso. La tradición indica que cuando un cardenal alcanza los dos tercios de votos (alrededor de 89), se realiza el humo blanco, señal de la elección del nuevo Papa.
Respecto a quién será el próximo pontífice, Covián opina que, aunque muchos medios lo apuntan a Pietro Parolin, la elección puede sorprender. Él mismo afirma que sería deseable que el nuevo Papa provenga de fuera de Europa, quizás de Latinoamérica, África o Asia, regiones donde la Iglesia está creciendo rápidamente pero que nunca han tenido un pontífice de estas regiones, a excepción de Francisco, el primer Papa argentino.
Sobre posibles nombres, menciona la figura del cardenal Tagle, en relación con Asia, y expresa su esperanza en una elección que represente la diversidad geográfica y cultural del mundo católico. En definitiva, la elección aún está en marcha, en un proceso que, aunque riguroso y reservado, siempre puede traer sorpresas.