En una charla organizada por el sindicato de docentes universitarios SIDUNLAR, la reconocida académica y ex rectora de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Gabriela Diker, explicó la importancia del sistema de créditos académicos como herramienta para mejorar las trayectorias de los estudiantes en Argentina. La especialista, destacó que esta norma representa un cambio significativo en la forma en que las universidades planifican y evalúan la duración de sus carreras.
Argentina
Diker resaltó que, por primera vez en Argentina, contamos con una normativa que obliga a traducir los planes de estudio en créditos, una unidad de medida que incluye no solo las actividades en aula, sino también el tiempo que los estudiantes invierten fuera de ella. Esto implica repensar cuánto tiempo realmente les lleva a los estudiantes completar sus carreras, más allá de las estimaciones tradicionales que solo consideraban las horas en clase.
“Este sistema nos fuerza a observar la duración efectiva de las carreras y a reflexionar sobre cómo las dictamos y si podemos hacerlo de manera más flexible”, explicó. Según la especialista, la extensión promedio de las carreras en Argentina supera en un 50% el tiempo teórico establecido, lo que, en carreras de cinco años, se traduce en una finalización en promedio de siete años o más, una tendencia que dificulta la titulación y puede desalentar a los estudiantes.
Diker también abordó cómo el contexto socioeconómico afecta las trayectorias estudiantiles. Los estudiantes enfrentan mayores exigencias para sostener sus estudios, incluyendo trabajos que limitan su dedicación exclusiva. La académica enfatizó que las condiciones de vida y el entorno influyen decisivamente en la duración real de las carreras y en las posibilidades de culminarlas.
En cuanto a la implementación, Diker sostuvo que una de las claves será cómo las universidades discutan y definan los tiempos fuera del aula. Actualmente, cada institución estima estos tiempos de manera diferente, lo que dificulta una comparación y una implementación uniforme. Propuso también que esta herramienta, los créditos, no solo sirva para calcular horas, sino que también debe vincularse con los contenidos y la calidad de la formación.
Respecto a la incorporación de nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, Diker manifestó que el problema no radica en estimar más o menos tiempo, sino en cómo integrar esta herramienta en el proceso formativo, entendiendo que es una realidad que no se puede ignorar.
La académica remarcó que Argentina transitaba por un período de expansión universitaria, considerando a la educación superior un derecho y promoviendo una mayor presencia en territorios alejados. Actualmente, la visión está frente a un modelo económico distinto, con un marco de financiamiento que minimiza el aporte de las universidades en un contexto de políticas que priorizan la financiación y expansión, pero que poco consideran el papel de la investigación y la producción científico-tecnológica.
Diker afirmó que algunas instituciones argentinas han comenzado a convertir cargas horarias en créditos, pero todavía de manera superficial, centrada en recalcular tiempos. La verdadera complejidad, indicó, reside en comprender y acordar en qué consiste un crédito en el contexto local, ya que, en el mundo, implica además de tiempo, contenidos y formación específica.
Finalmente, Gabriela Diker concluyó que el sistema de créditos es una herramienta, pero no un modelo de formación en sí, y que todavía estamos en las etapas iniciales de implementación y discusión en Argentina.