Su carrera comenzó a los diez años en «El Club de Mickey Mouse» y su ascenso parecía no tener límites. Sin embargo, la presión de la fama y los excesos marcaron su vida al punto que su padre fue nombrado tutor por la justicia. Recién este 2021, una jueza le devolvió la posibilidad de decidir su propio destino.
El 2 de diciembre de 1981 nacía en Mc Comb Misisipi una de las estrellas del pop que marcaría a fuego a la música de finales de la década del ’90.
En 1999, tras firmar un contrato discográfico con la compañia Jive Records, llega la consagración de una adolescente Britney, vendiendo millones de copias, llenando estadios y encabezando largas giras por todo el mundo.
Alabada por artistas de las talla de Madonna, la carrera de Britney Spears parecía no tener techo, pero como les ha pasado a varias y varios artistas que comenzaron sus carreras desde muy jóvenes, la presión de la fama, los entornos, y el coqueteo con las sustancias, le pasaron factura a la «Princesa del pop», y comenzó un capítulo turbulento de su vida.
En los albores del año 2000, Britney Spears recibía su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, con tan sólo 21 años, siendo la artista más joven en recibir ese reconocimiento.
La artista no pudo superar la crisis anterior y otra vez presentó comportamientos erráticos, y un deterioro físico notorio, por lo que la justicia norteamericana le otorgó la tutela a su padre Jamie Spears a comienzos del 2008.
En estos años Britney siguió trabajando, pero ya sin poder tener el control de su carrera, ni de su vida personal: todo era monitoreado por su padre y un entorno impenetrable que le habían creado a su alrededor.
Los fanáticos de Britney comenzaron a visibilizar la problemática que estaba atravesando la estrella, a través del hastag #FreeBritney, que se viralizó en las redes sociales, Jamie Spears dijo a medios internacionales que ese movimiento que habían generado los fanáticos era sólo una broma; sin embargo los años pasaban y Britney no podía disponer de su vida.