«La literatura y la política necesitan el secreto, pero también el barullo»

Gabriela Borrelli Azara trabaja en el Centro Cultural Kirchner donde impulsa un ciclo de poesía, el premio Storni y una primera edición del Festival Poesía Ya. 

Poeta, escritora, locutora y licenciada en Letras por la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, Gabriela Borrelli Azara analiza obras o trenza lecturas con el mismo entusiasmo con el que explica cómo diseñó el Festival de Poesía Ya o trabajó su reciente publicación «Holter», un libro objeto que contiene un poema suyo y lo despliega en ilustraciones de Carolina Krupnik que van armando un material desplegable en hojas pequeñas construidas en una forma propia que rompe el formato tradicional del libro.

En una conversación a través de Meet, Borrelli Azara asegura que «si lo solemne es una lengua establecida y formal, toda poesía es una tensión para romper esa formalidad lingüística» y esa tensión parece ser lo que prima en su vínculo con la escritura y la lectura como actividades que promueven el encuentro con un otro para compartir lo encontrado en un texto pero también para pensarlo como parte de un plan para explorar el mundo.

Autora de los libros de poemas «Océano» y «Hamaca paraguaya», de la novela «Vidrio» y las recopilaciones de textos y ensayos «Lecturas feministas» que tuvieron dos volúmenes, Borrelli trabaja en el Centro Cultural Kirchner donde impulsa un ciclo de poesía, el premio Storni y una primera edición del Festival Poesía Ya que este verano se expandió en las salas y auditorios de la institución con una propuesta federal que se llevó adelante con talleres, lecturas, canciones, una feria y videopoemas.

-Télam: En un contexto de proliferación de redes sociales y plataformas digitales, «Holter» propone entrar en otro tiempo, otro registro desde la materialidad del libro objeto pero también con páginas en blanco. ¿Cómo fue la propuesta?

-Gabriela Borrelli Azara: Es un poema del 2017 que encontró en 27 Pulqui la forma que tenía que tener. Me gusta la página en blanco, es un lugar de respiro lector. Parece que todo tiene que estar lleno de algo y hay una saturación, entonces me gusta el despojo de la página en blanco. Por eso me pareció muy buena y osada la idea del libro blanco que salió por Seix Barral. El vacío es osado. En «Holter» hay un momento de la respiración donde solo resta el silencio. El órgano es discreto, no te va a decir nada de lo que te pasa. En el momento en el que lo escribí, no estaba el fervor por la medicina, como en la pandemia, pero estaban estas ideas de conocer al cuerpo o escucharlo y la verdad es que no sé qué es lo que le pasa a un cuerpo, no sé cómo se pasa una resaca, un dolor de ovarios. Escuchar a tu cuerpo es una idea que trajo la parte más banal y cosmética del feminismo. El cuerpo, como pensaba Viel Temperley, es un misterio, es lo más desconocido de mi persona. Estoy en lucha con mi cuerpo, la primera lucha es no matarlo. Además, ¿hasta qué punto es propio? Mi cuerpo mi decisión es un lema político y de batalla pero no como concepto filosófico total. Pero mi cuerpo no es mi decisión sino hubiera decidido que el alcohol no me hiciera mal.

Esto empezó porque me fui a hacer un electro y me sugirieron la posibilidad de ponerme un Holter, no tuve la experiencia pero averigüé. No viví la experiencia pero me la imaginé. La idea del corazón roto siempre me atrapa porque el corazón no es el que la humanidad piensa. Después apareció la pandemia. En este caso, el corazón está roto pero no le va a decir nada al cardiólogo. Me atrapa mucho cuando te hacen una radiografía y se ve ahí tu esternón y esa suerte de intromisión al terreno más desconocido. Es material inaccesible.

-T: Escribís poesía, además la impulsás desde la radio y en el último tiempo también pusiste en marcha el Festival de Poesía Ya, ¿cómo fue esa experiencia?

-G.B.A.: Todo poema escrito más que representar un cuerpo crea un cuerpo en la escritura. En el festival quisimos darle mucho protagonismo al cuerpo del poema, hubo algunos nombres rimbombantes como Diana Bellessi, Alberto Muñoz pero vivía en el cuerpo del poema, en las lecturas, en los videopoemas. Hay una gran tradición de festivales de poesía en la Argentina pero en éste queríamos que tuviera esa impronta del poema como protagonista por eso hubo muchas lecturas. Es un espacio para que lean poemas los que escriben, los que editan. Poesía Ya, el ciclo mensual que tenemos en la cúpula del Kirchner y que desemboca en el festival, es un espacio para que lean poemas los que escriben, los que leen, los que editan. Es el encuentro de los cuerpos pero con la idea de darle lugar al cuerpo del poema. A la poesía hay que faltarle el respeto, como decía Nicanor Parra. Si lo solemne es una lengua establecida y formal, toda poesía es una tensión para romper esa formalidad lingüística.

-T:¿Creés que se amplió el circuito de poesía en el ultimo tiempo?

-G.B.A.: Hay un entusiasmo más visible y algo que está sucediendo que es un fervor poético y creo que tiene que ver con una búsqueda de lo poético para llenar lo musical. Es una característica de este tiempo, ese diálogo con la música que escuchan. Buscan la rima, la expresión rítmica de un pensamiento. Eso es super poético. Ese fervor es contaminante. También en estas ultimas décadas hay mucha gente que se toma el tener una editorial como una forma de militar o una identidad política, o una identidad sexual y la publicación es una acción de intervención y militancia. Eso es una tradición en la Argentina.

 

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