Los tiempos de aislamiento sirvieron para que el director del Museo Regional de Pintura decidiera internarse en los archivos del espacio para rastrear sus verdadero origen.
Como una derivación insospechada de la pandemia, los tiempos de aislamiento sirvieron para que el director del Museo Regional de Pintura «José Antonio Terry» de Tilcara (Jujuy), Juan Ignacio Muñoz, decidiera internarse en los archivos del espacio para rastrear sus orígenes, una actividad que le permitió descubrir que no fue fundado por la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu como se creía hasta ahora sino durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón.
«Se trata de un museo creado en democracia por una ley, y no por un decreto de un gobierno de facto», sostiene Muñoz en una entrevista con Télam donde se explaya también sobre la obra del propio Terry (1878-1954) y los proyectos que tiene la institución hacia la comunidad como parte de un nuevo guión curatorial que le hará justicia a su verdadero origen.
El museo provincial tilcareño que pertenece a la red de museos del Ministerio de Cultura, fue el primer museo de bellas artes creado en Jujuy en 1948. Sin embargo, su relato fundacional y mítico le fue vedado durante varias décadas hasta que este año, con un estudio más exhaustivo, se dio por tierra la versión de que fue fundado en 1956 por un decreto del presidente de facto Aramburu.
El 14 de diciembre pasado, el Terry celebró por primera vez su aniversario de creación y en ese acto se incorporó al continuo histórico cultural en el que se refleja su existencia. Fue concebido en parte como un espacio comunitario impulsado por Terry y su esposa (Amalia Amoedo) y concretado durante el gobierno democrático de Perón como parte de un proyecto federal más amplio y no como un evento aislado.
La presencia del artista en Tilcara -llegó en 1911 invitado el arquéologo Juan Bautista Ambrosetti- respondió a iniciativas «modernizadoras» que incluían actividades como la arqueología y el arte. Hacia 1920 la ciudad de la Quebrada era utilizada como lugar de descanso para la clase acomodada de la región. Las tensiones sociales y las prácticas económico-socioculturales -entre tradiciones presentes de la cultura prehispánica, la europea y lo local-, fueron parte del contexto de esos años, en los que el artista se instaló en Tilcara.
El pintor nacido en Buenos Aires, formado con los maestros Reinaldo Giudici, Ángel Della Valle y Ernesto de la Cárcova y luego en Europa, se radicó en el pueblo para retratar sus formas de vida, sus habitantes y costumbres.
Sobre la necesidad de indagar en su historia oculta, el director del museo Juan Ignacio Muñoz refiere: «Asumí en marzo, momento en que la pandemia nos obligó a tener el museo cerrado durante ocho meses. Ambas cosas, fueron condiciones propicias para hacer una revisión, indagar e invitar al equipo del museo a repensar prácticas e historias que, de tanto repetirlas, dejamos de preguntarnos por ellas».
Télam: Durante las últimas décadas el museo contaba una historia diferente sobre su origen, atribuido al gobierno de Aramburu en 1956. A partir de la evidencia de que fue fundado durante el gobierno de Perón ¿qué nuevo sentido toma?
Juan Ignacio Muñoz: Trabajando en el archivo del Museo, dimos con un artículo del diario La Mañana de Mar del Plata de 1953, con una entrevista a Terry, que nos llamó la atención. El periodista señalaba que el pintor estaba «agradecido por el reconocimiento (…) contenido en el decreto suscripto por el presidente Perón, acordando la creación del museo». Eso nos llevó a revisar el archivo, donde hallamos documentos que confirmaron nuestra hipótesis: el museo no fue fundado en dictadura sino durante la democracia, a través de una ley nacional del año 1948 y ratificada en 1953. En ese tiempo, Terry aún estaba vivo y pudo conocer la decisión del gobierno nacional de adquirir su casa y su obra. Ese dato cambia la biografía de Terry, la historia del espacio y su identidad.
Estimo que esta historia se ocultó intencionalmente en 1976 y que luego se naturalizó. Hay documentos redactados por el primer director del museo, Felix Leonardo Pereyra, donde se mencionan estos antecedentes. Pero hay que tener en cuenta que en 1956, año en que se dijo que se había creado el museo, se proscribió al peronismo, se prohibió nombrarlo y es el mismo año en el que se fusilaron a decenas de personas tras el levantamiento del General Valle. Fueron tiempos muy lamentables para la historia argentina. Por eso es muy importante la memoria, recuperar estas historias para hacer justicia y para no permitir que estas cosas vuelvan a suceder.
T: ¿Cuál es el proyecto general en el que se inscribe la creación del museo?
JIM: La Ley Nacional Nº 13.491, que contemplaba la fundación del Museo fue parte del Plan Quinquenal e incluía el desarrollo de una cantidad extraordinaria de obra pública en todo el país. En esa ley se establecía la realización de importantes obras para la provincia de Jujuy, que a comienzos del siglo XX tenía grandes deficiencias materiales y de infraestructura. Se realizaron estaciones de ferrocarril, hospitales, escuelas, bibliotecas, hogares de ancianos, usinas, redes de agua potable, clubes, hoteles, parques, sindicatos, rutas, diques y puentes como el de Tilcara. Podemos decir que fue una política cultural en el sentido más amplio, puesto que vino a transformar profundamente la cultura: la forma en que las personas trabajaban, se comunicaban y trasladaban, su economía, el acceso a los servicios básicos, a la educación, al arte y a la salud. La creación del Museo fue parte de un plan de infraestructura pública federal, de una política cultural que buscaba la inclusión, la participación, el desarrollo y la mejora en la calidad de vida de los argentinos y las argentinas.
T: ¿Cómo surge la necesidad de indagar?
JIM: En tanto instituciones especializadas en el patrimonio, en la cultura y en la historia, los museos necesariamente deben ser espacios de cuestionamiento, de preguntas más que de afirmaciones. Un museo debería ser un espacio de la comunidad donde se investiga y cuestiona una colección, un archivo, la historia y al mismo tiempo estos sentidos y su institucionalidad: preguntarnos cómo participan los museos en un entramado de poder donde se define qué es cultura, qué es patrimonio y qué es arte, qué debe coleccionarse y exhibirse y que no, legitimando ciertos saberes y manifestaciones al tiempo que se marginan otros, reproduciendo desigualdades.
T: De alguna manera la negación cultural o su sustitución es algo bastante habitual ¿Hay algo de eso en este caso?
JIM: Los museos son instituciones que, por diferentes razones, se han alejado del pueblo. Son instituciones que solo algunos sectores de la comunidad las visitan, las sienten propias, mientras otros grupos no se sienten atraídos ni representados o en derecho de hacer un uso social de estos espacios públicos. Creo que el ocultamiento del origen democrático de este museo, de alguna manera, contribuye a este proceso. Por eso considero que es muy importante contar esta historia del pasado, porque nos puede ayudar a cambiar el presente y el futuro de la institución, a concretar un museo abierto, inclusivo, plural, que sale al encuentro de nuevos públicos. Un museo que la comunidad habite y además un museo crítico, que promueva el diálogo entre la colección y la cultura popular, que hace y se hace preguntas.
T: ¿Cuáles son los proyectos y cómo se articula el trabajo con la comunidad?
JIM: Durante el 2021 vamos a trabajar en un nuevo proyecto de guión museológico, que incluya algunos elementos fundamentales de la historia del museo y de la familia Terry. Además, este hallazgo también nos alienta a seguir adelante con la construcción de un museo crítico, que interroga y se interroga, y un museo que tiene como principal destinatario la comunidad tilcareña más que el turismo, que busca estrategias para encontrarse con quienes no llegan o no se sienten con derecho a ingresar.