Durante la reunión que mantuvo el talibán Mohammad Hassan Akhund con los altos representantes de esas naciones se abordó «la situación actual del país y el futuro, las relaciones interestatales y la situación económica».
El jefe del Gobierno interino de Afganistán, el talibán Mohammad Hassan Akhund, sostuvo un encuentro con los altos representantes de China, Pakistán y Rusia, para abordar los vínculos bilaterales, informaron medios locales.
Así lo declaró el portavoz de la oficina política del movimiento radical, Mohammad Naim, a la cadena afgana 1TV News, en una entrevista en la que precisó que durante la reunión se abordó «la situación actual del país y el futuro, las relaciones interestatales y la situación económica».
El enviado especial del presidente ruso para Afganistán, Zamir Kabúlov, centró la charla con los talibanes en las relaciones entre los dos países, informó el portal ruso de noticias Sputnik.
A principios de este mes, el vicecanciller ruso Ígor Morgulov anunció que se planeaba una reunión con los enviados de Estados Unidos, China y Pakistán sobre Afganistán después de que se estabilice la situación y se reanuden las operaciones del aeropuerto de Kabul.
El 7 de septiembre los talibanes anunciaron la composición de la mayor parte del nuevo Ejecutivo, formado por responsables históricos del movimiento islamista radical y encabezado por Akhund.
Este martes, la milicia radical anunció otra veintena de ministros y viceministros, todos hombres, pese a críticas internacionales tras presentar al núcleo duro del gabinete, integrado además por unos pocos representantes de etnias no pastunes u otras minorías.
El viceministro de comunicaciones del Gobierno islamista y principal portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, aseguró que la mayoría de estos nombramientos «se realizaron en base a la profesionalidad y el mérito» y que en consecuencia «fortalecerán aún más los recursos humanos del Emirato Islámico», informó la agencia de noticias AFP.
Entre los escasos ejemplos de representantes de minorías se cuentan Haji Noor Uddin, nuevo ministro de Comercio, o Haji Muhammad Bashir y Haji Azim Sultan, viceministros del mismo despacho, todos de la etnia tayika; o Muhammad Hassan Ghyasi, segundo viceministro de Salud Pública, y perteneciente a la atacada minoría hazara.
En agosto, tras asumir el poder, los talibanes habían garantizado que formarían un Gobierno representativo e inclusivo. El portavoz del movimiento aseguró que se trataba de un equipo de transición que se verá reforzado en el futuro.
La semana pasada, en otro gesto que aumentó la preocupación internacional, los talibanes instalaron el ministerio de Promoción de la virtud y prevención del vicio, un organismo sinónimo de represión y fundamentalismo durante su Gobierno anterior, en reemplazo del ministerio de Asuntos de la mujer.
La milicia radical informó que las estudiantes volverán pronto a las escuelas afganas, después de que sus recientes decisiones sobre los derechos de las mujeres y su nula representación en el nuevo Gobierno provocaron críticas y recelo dentro y fuera del país.
«Estamos ultimando cosas y esto llegará lo antes posible», dijo Mujahid, refiriéndose al retorno a las aulas para las alumnas de secundaria, que el sábado pasado no pudieron regresar a clase junto con los chicos.
Según el portavoz, el nuevo Gobierno desea garantizar primero un «contexto educativo seguro» para las niñas.
Existe una preocupación global de que se repita la situación vivida entre 1996 y 2001, durante el anterior Gobierno talibán, cuando se privó a las mujeres de su derecho de estudiar y de trabajar, entre otros.
Las clases en Afganistán se habían interrumpido a mediados de agosto, cuando los talibanes se hicieron con el poder en el país, días antes de que concluyera la retirada de las tropas extranjeras.
Desde entonces, las niñas de la escuela primaria y las universitarias han podido volver a las aulas, pero respetando algunos límites, comenzando por la separación con los alumnos varones.
Desde 2001, cuando una coalición internacional depuso al Gobierno talibán de la época, las mujeres fueron recuperando derechos: lograron, por ejemplo, ser diputadas y jueces y trabajar como policías o pilotos, actividades hasta entonces reservadas a los hombres.
En los últimos años, miles de mujeres, algunas de ellas viudas o con un marido discapacitado debido a las sucesivas guerras, entraron de lleno en el mercado laboral afgano para traer un salario a casa porque de ellas dependía el sustento del hogar, aunque esto ocurrió principalmente en las grandes ciudades.
Fuente: http://www.telam.com.ar