El sistema universitario argentino se encuentra en la cuerda floja. Durante un análisis sobre la situación actual, Carlos De Feo, secretario general de la Confederación Nacional de Docentes Universitarios (CONADU), y otros referentes del ámbito educativo expresaron su preocupación por el grave momento que atraviesa la educación pública. El reciente paro docente, que ha tenido un impacto notable en diversas instituciones del país, es un claro reflejo del descontento generalizado que perciben trabajadores y estudiantes.
“El balance del paro ha sido muy positivo”, afirmó De Feo, indicando que muchas universidades cerraron sus puertas en apoyo a la movilización. La razón: un malestar profundo entre los trabajadores docentes y nodocentes, quienes enfrentan una grave crisis salarial y presupuestaria. La inflación, que supera el 50%, ha reducido el poder adquisitivo de los salarios en más de un 30%, afectando a más de la mitad de los trabajadores del sistema universitario, quienes no pueden cubrir sus necesidades básicas.
La preocupación no solo se limita a las condiciones salariales. De Feo advirtió sobre la posibilidad de una reducción drástica en el sistema universitario. “Esto significaría una concentración en una sola universidad, lo que retrocedería al sistema universitario 50 años atrás”, afirmó. La intención de reducir la estructura universitaria amenaza el acceso a la educación superior: “Un estudiante que hoy se queda en su lugar de residencia podría verse obligado a trasladarse a Catamarca o a la capital, lo que limita sus oportunidades y complica su acceso a la educación”, agregó.
La universidad pública, como se repite desde hace años, tiene el poder de transformar vidas. Sin embargo, esta misión se ve amenazada por políticas que parecen priorizar otros gastos sobre la educación. “Estamos luchando contra una lógica que busca hacer de la universidad una sombra de lo que fue, un centro de formación al que no puedan acceder todos los jóvenes”, subrayó De Feo.
Con esta crisis en aumento y el malestar palpable, se ha convocado a una nueva marcha universitaria para la segunda semana de septiembre, en la que se espera la participación activa de rectores y la comunidad educativa. “Lo que vimos el 23 de abril fue sorprendente, una movilización impresionante. Esperamos que, aunque no llegue a los dos millones de personas, la población nos acompañe nuevamente”, afirmó Carlos De Feo, otro destacado líder gremial.
Los docentes y trabajadores no entienden cómo puede haber un interés en avanzar con reformas que afecten la estructura educativa sin un diálogo real. “La lógica del gobierno parece ser llevar a la universidad a una reducción de su funcionamiento, achicando el esquema de cada una de las universidades”, sostuvo De Feo. Además, criticó que mientras se destinan fondos a otros sectores, la educación sufre drásticas reducciones que amenazan su integridad.
Es un momento crucial para el sistema universitario argentino, que se enfrenta a la posibilidad de perder su esencia como un espacio de desarrollo y oportunidades. La comunidad educativa se encuentra en pie de lucha, decidida a proteger lo que consideran un derecho fundamental: el acceso a una educación pública de calidad. El futuro de las universidades en Argentina dependerá de la disposición del gobierno para escuchar y actuar en función de las necesidades reales de la educación superior.
