En el tercer día de medidas de fuerza docente y de indefinición sobre las clases presenciales en la Ciudad, Télam conversó con padres y madres de niños y niñas que concurren a diferentes establecimientos porteños.
El desconcierto está dando paso al enojo entre las familias y crece el temor a que padres o hijos se contagien en el trayecto a la escuela o que requieran cama en un sistema sanitario al borde del colapso en el tercer día de medidas de fuerza docente y de indefinición sobre las clases presenciales en la Ciudad.
En el contexto de una alta adhesión (90%) al paro docente dispuesto por UTE, algunos maestros y profesores que acataron la protesta gremial, dieron clases virtuales -según madres y padres de diferentes escuelas- tal como lo vienen haciendo los docentes privados nucleados en SADOP, que por tercer día consecutivo realizaron, este miércoles, una retención de tareas presenciales mientras continúan dando clases vía remota.
Paula, mamá de una niña de 10 años que asiste a una escuela privada laica del barrio de Caballito, contó que el establecimiento optó por «celebrar la presencialidad» desde el comienzo del año lectivo, y su hija tiene cada día jornada completa de 7 horas obligatorias «como si no hubiera una pandemia», incluso después del DNU, una situación que le genera mucha «angustia», explicó.
«Desde el lunes estamos con que ‘¿voy a la escuela o no voy?’. El lunes fue virtual, pero ayer y hoy tuvo clases presenciales. Lo único que no funciona es el comedor, con lo cual los chicos tienen que comer, en el aula, viandas que no pueden calentar ni refrigerar», contó.
La mujer aseguró que ella también valora la presencialidad, «pero de un modo mixto, como hacen otras escuelas» y no como en este caso, donde solamente los chicos que presentan un certificado médico quedan eximidos.
«Tenemos mucho miedo a enfermarnos porque desde que empezó la pandemia nos cuidamos mucho al punto que no salimos los fin de semana, no visitamos amigos ni nos fuimos de vacaciones», afirmó, pero destacó que ahora «nos encontramos en la disyuntiva de que te obligan a llevar a los chicos a la escuela, que por un lado está bien», pero que también implica correr un riesgo que estaban evitando porque lo hacen caminando o en auto.
«Además está el terror de que me pase algo en la calle, o a los pibes en la escuela porque si se llegan a lastimar, más allá del coronavirus, ¿quién te atiende en un hospital o clínica ahora?», planteó.
«Siento que las familias quedamos rehenes de una disputa», dijo Carlos, padre de una niña que cursa el quinto grado en una escuela de La Paternal.
Según contó, en la familia «cada día persiste la duda de si uno hace bien o mal en llevar o no llevar a -en mi caso- a la hija a la escuela», donde desde ayer hay clases presenciales con escasa concurrencia y «sin contemplar cómo se cubre virtualmente a quienes no concurren».
En un sentido similar se expresó Julia, que tiene dos hijos en primero y cuarto grado de otra escuela pública del barrio porteño de La Paternal.
En su escuela, los docentes acataron el paro, pero «para que los chicos no sean doblemente perjudicados, les dieron clases por zoom a pesar de que a ellos igual les descuentan el día».
Juan, cuya hija va al segundo grado de una escuela pública del barrio de Caballito, contó que en su caso hay consenso en no mandar los chicos a la escuela hasta el 30 de abril porque «ya estaban yendo dos días por semana y nadie pensó que perderían demasiado».
«Mientras en el WhatsApp de padres y madres llegábamos a un acuerdo, la maestra de mi hija mandó un anuncio de que ella adhería a todos los paros y que no iba a dar clases presenciales, pero sí por zoom», contó.
Si bien su hija tenía la ilusión de retomar las clases presenciales que sólo experimentó 15 días el año pasado, y «odia» el zoom porque le resulta «agotador», no se tomó a mal la novedad de que no tendría clases presenciales por dos semanas «porque sabe muy bien que todo esto es para cuidar la salud».
La reacción de cada chico «depende de lo que le dice cada padre o madre», agregó.
Respecto a los riesgos, «miedo al contagio dentro de la escuela en general no hay porque los protocolos se cumplen», pero Juan reflexionó que «en este contexto no sé qué pasaría» si alguien se accidenta dentro de la escuela y es necesario llamar a una ambulancia «como pasaba muy seguido en el jardín».
Liliana, madre de un niño de 4 años que concurre a un jardín público del barrio de Once a la mañana y a una guardería privada por las tardes, contó que sumó «mucho estrés» esta semana porque el establecimiento matutino mantiene la virtualidad, mientras el de la tarde volvió a la presencialidad, pero ella elige no mandarlo para no exponer a los abuelos del chico.
En el jardín del sistema público, su hijo estaba concurriendo «tres días sí y dos no, durante tres horas por la mañana», pero después del DNU «fue un delirio total» porque las familias «no sabían que hacer» y desde la escuela «decían que sí, luego que no, luego que sí, luego mandaron horarios de zoom para toda la semana, pero el martes hubo presencialidad».
«El mío no fue porque no le tocaba, pero ayer a la tarde avisaron que la directora del jardín era Covid positivo y estaban aisladas la secretaria y la vicedirectora, así que a las 1.30 de la mañana mandaron un WhatsApp diciendo que hoy no había clases, de lo que algunas familias se habrán enterado esta mañana porque sus hijos entraban a las 8.30″, concluyó.
Fuente: http://www.telam.com.ar