Los violentos enfrentamientos entre ambos grupos se producen en medio de las tensiones provocadas por el divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea (UE) y las consecuencias que ya está mostrando.
Nuevos disturbios entre republicanos católicos y unionistas protestantes estallaron este juves por la noche en la capital de Irlanda del Norte, sacudida desde hace una semana por una violencia de un alcance no visto en años en la provincia del Reino Unido, mientras las autoridades británicas, irlandesas y norirlandesas reiteraron su llamado a la calma.
La policía antidisturbios fue atacada este jueves por la noche en las calles de Belfast por manifestantes republicanos con piedras y cócteles Molotov mientras intentaba impedir que la multitud avanzara hacia los manifestantes unionistas, según reportó la agencia de noticias AFP.
Los violentos enfrentamientos entre ambos grupos se producen en medio de las tensiones provocadas por el divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea (UE) y las consecuencias que ya está mostrando. Tras el Brexit, la implementación de una frontera física entre la República de Irlanda y la región británica Irlanda del Norte parece estar reviviendo los históricos enfrentamientos entre los protestantes de la República de Irlanda, país que sigue perteneciendo a la UE, y los unionistas, favorables a la pertenencia al Reino Unido y opuestos a los controles aduaneros dentro del territorio británico.
Las tensiones culminaron en una semana de disturbios, con el lanzamiento de proyectiles y el incendio de vehículos, principalmente en las zonas de mayoría protestante.
Una situación que llevó al premier británico, Boris Johnson, y su homólogo irlandés, Micheal Martin, a reiterar este jueves el llamado a calma ante esta violencia «inaceptable», similar al expresado horas antes por las autoridades norirlandesas.
«Subrayando que la violencia es inaceptable, pidieron calma», indicó la oficina del primer ministro irlandés en un comunicado, divulgado después de que Johnson y Martin hablaran por teléfono.
En tanto, el Gobierno autónomo de Irlanda del Norte, compuesto de unionistas, republicanos y centristas, también manifestó su preocupación por las escenas de violencia de la última semana.
«Estamos muy preocupados por las escenas que todos hemos presenciado en nuestras calles durante la última semana. Los ataques a agentes de policía, servicios públicos y comunidades son deplorables y deben cesar», dijo el Gobierno autónomo norilandés en un comunicado tras una reunión de urgencia.
«La destrucción, la violencia y la amenaza de violencia son completamente inaceptables e injustificables, sin importar las preocupaciones que puedan existir en las comunidades», agregó.
Antes de la reunión, la primera ministra de Irlanda del Norte, Arlene Foster, en un mensaje de Twitter, había condenado la violencia de los últimos días y la calificó como injustificada e injustificable.
Para el subdirector de la policía norirlandesa (PSNI), Jonathan Roberts, la escala y la naturaleza de la violencia no tiene precedentes en los últimos años.
La PSNI informó a los medios locales que un colectivo fue incendiado el miércoles por la noche después de ser atacado con bombas molotov cerca de la línea de paz en el oeste de Belfast, mientras que siete agentes resultaron heridos, que se suman a otros 32 más que fueron atacados en los últimos días.
Según consignó la cadena de noticias BBC, Roberts dijo que es probable que organizaciones paramilitares estuvieran implicadas en los disturbios.
Agregó que varios centenares de personas de cada facción estaban lanzando bombas molotov en ambas direcciones, entre la calle lealista de Shankill, la vía principal del barrio obrero homónimo de mayoría protestante y unionista, situado al oeste de Belfast y la calle nacionalista de Springfield.
Las tensiones aumentaron en los últimos meses en la región en oposición a los acuerdos comerciales adoptados por el Brexit, una situación que se tensó aún más cuando la Policía decidió no procesar a 24 políticos del Sinn Fein (Partido nacionalista irlandés) que asistieron a un funeral, violando las restricciones impuestas por el Gobierno para tratar de controlar la pandemia.
La decisión con los dirigentes del Sinn Féin enfureció a todo el espectro político porque según las reglas establecidas por el Gobierno regional no se permite la asistencia a funerales de más de 30 personas, pero se estima que unas 2.000 personas, incluida la viceprimera ministra, Michelle O’Neill, y otras figuras del partido, asistieron al funeral de un histórico líder de esa fuerza política.
El acuerdo de paz firmado en 1998 difuminó la frontera entre la provincia británica y la vecina República de Irlanda pero el Brexit vino a socavar ese delicado equilibrio.
Tras duras negociaciones, Londres y Bruselas acordaron una solución que evita reinstaurar una frontera física en la isla, pero impuso controles de bienes entre la provincia y el resto del Reino Unido.