En un contexto social y económico desafiante que atraviesa toda Argentina, incluyendo La Rioja, surge una iniciativa que busca brindar acompañamiento, apoyo y posibilidades de recuperación a quienes enfrentan problemáticas relacionadas con el consumo de sustancias o comportamientos que generan adicción.
Se trata de la reciente apertura de la Casa Otra Oportunidad, un espacio ubicado en el barrio San Román, en La Rioja, que tiene como objetivo principal ofrecer una escucha activa y un acompañamiento basado en la empatía y la comprensión, sin juzgamientos ni condicionamientos previos.
El coordinador de la Pastoral de Adicciones, el diácono Nicolás Rizzo, explicó en una entrevista exclusiva con Multimedios UNLaR que esta iniciativa no solo se enfoca en tratar las adicciones en su forma más clásica, sino también en abordar los consumos problemáticos en general, tanto de sustancias como de otros comportamientos que puedan esclavizar a las personas, como las redes sociales, la ludopatía o la pornografía.
«Con el nombre ‘Otra Oportunidad’, buscamos ofrecer una posibilidad más para quienes, muchas veces, sienten que no tienen ninguna salida. La idea es ponerles el oído, escuchar su historia y brindarles contenido espiritual y psicológico, porque creemos en la libertad que ofrece Jesús. La palabra de Dios guía nuestro trabajo, pero también estamos abiertos a la ayuda de ciencias auxiliares como la psicología y la psiquiatría», afirmó Rizzo.
Desde su experiencia en la pastoral carcelaria y en la docencia, el diácono resaltó que los consumos problemáticos tienen causas múltiples y no radican únicamente en una sola raíz. «La temática es multicausal. No se trata solo del consumo de drogas: hoy también enfrentamos problemáticas como la ludopatía, el uso excesivo de redes sociales o la adicción a la pornografía, que esclavizan y dificultan la libertad del ser humano», comentó.
El trabajo que realiza Casa Otra Oportunidad busca, además, visibilizar una realidad que a menudo se quiere esconder, promoviendo que la problemática sea vista como una enfermedad y no como un simple acto de debilidad moral. «El ejemplo que nos inspira es la parábola del Buen Samaritano, en la que se nos pide actuar con misericordia y ayudar al prójimo sin prejuicios ni condiciones. La iglesia tiene que salir a buscar a los heridos y acompañarlos en su recuperación», explicó Rizzo.
La iniciativa está abierta a toda la comunidad, sin importar su credo, religión o creencias. El espacio busca ser un lugar de puertas abiertas en la misma línea del mensaje del Papa Francisco, quien insiste en la importancia de asumir a los heridos y necesitados como si fueran hermanos, sin burocracias ni obstáculos que impidan el acompañamiento.