Florencia Agüero, profesora de historia y propietaria de la librería Rizoma, se convierte en voz de la resistencia ante los intentos de censura literaria impulsados por ciertos sectores del gobierno. Agüero reflexionó sobre las cuestionadas entregas de libros a escuelas en Buenos Aires.
“Siempre que hay censura, se cruza lo cultural con lo político”, afirmó Agüero. Criticó la implementación de la educación sexual integral (ESI), sancionada en 2006, por centrarse en un enfoque biológico y no considerar las dimensiones sociales y culturales. “Es necesario explorar la ESI desde una perspectiva más amplia”, expresó.
La literatura, según Agüero, tiene un papel crucial en esta educación, mencionando libros como «Come Tierra» de Dolores Reyes y obras de Gabriela Cabezón Cámara que abordan historias frecuentemente silenciadas. “Estas obras exploran no solo el dolor, sino también la belleza y ternura en situaciones difíciles”, comentó.
Agüero se enfrenta a la literatura con curiosidad, invitando a los lectores a hacerlo sin prejuicios. La librería Rizoma ha visto un crecimiento en el interés por la literatura contemporánea, destacando la llegada masiva de autores a La Rioja. “Este discurso de Milei representa un retroceso para la cultura argentina”, alertó Agüero.
Resaltó la necesidad de cultivar el amor por la lectura a través de talleres y ferias del libro. “La feria es un espacio valioso para conectar libros, lectores y libreros”, indicó. Muchos escolares, sin embargo, carecen de acceso a libros más allá de los manuales. “Es alarmante que algunos estudiantes nunca hayan tenido un libro en sus manos”, subrayó, enfatizando el impacto positivo de la literatura en la comprensión de relaciones y la vida.
La censura emerge como una amenaza para la educación. Agüero cree que el aumento de visibilidad sobre la violencia hacia las mujeres y otros temas sociales enfrenta una fuerte resistencia. “El temor a que los jóvenes denuncien abusos es una amenaza real para quienes buscan censurar la educación integral”, concluyó.