Maximiliano Bron, docente de Comunicación Social, reflexiona sobre el impacto alarmante de las redes sociales, especialmente X (anteriormente Twitter), en la hostilidad actual hacia periodistas y figuras públicas. El crecimiento del «hate» digital no solo afecta el entorno virtual, sino que se traslada a la vida cotidiana, obligando a muchas periodistas en Argentina a cerrar sus cuentas por la agresividad que enfrentan. «Los medios están saliendo a decir que no participarán si son atacados continuamente,» afirma Bron.
La credibilidad del periodismo está en juego, siendo atacada por un contexto donde los regímenes totalitarios aprovechan cualquier oportunidad para desacreditar voces críticas. «La actividad periodística es vital para denunciar lo incorrecto,» sostiene Bron, resaltando el riesgo de que el discurso de odio se legitime en la sociedad.
El docente advierte que la «distancia entre el insulto en línea y la acción real es mínima,» un ciclo que amenaza la salud democrática. Este fenómeno, además, se expande a otras redes sociales, lo que hace necesaria una regulación adecuada que frene el abuso. Bron sostiene que «los países con mayor libertad tienen regulaciones efectivas,» subrayando que la regulación no es antidemocrática, sino fundamental para el respeto y el civismo en la expresión.