María Teresa Andruetto: «En la oralidad está el lugar más vital de una lengua»

Desde su casa y en su espacio de trabajo rodeado de libros y algunos dibujos, Andruetto pronunció un discurso inaugural que tuvo un clima cálido e intimista en el que repasó el protagonismo y la fuerza de la oralidad en las formas de generar vínculos y consolidar intentos de acercamiento en tiempos pandémicos pero también ante otras adversidades.

«Para escribir necesitamos del oficio pero hacerlo de oficio, como un mecanismo es lo que más nos aleja de lo que deseamos. En esa lucha entre conocer el oficio para ponerlo al servicio del deseo y someter el deseo a una escritura de oficio está el fermento de una obra», sostuvo la escritora y poeta María Teresa Anduetto durante la actividad inaugural del 10º Festival Nacional de Literatura Filba, que hasta el sábado próximo ofrecerá charlas, homenajes, talleres y la presentación de un libro que reúne textos escritos por los participantes que tuvo el ciclo durante la última década.

Desde su casa y en su espacio de trabajo rodeado de libros y algunos dibujos, Andruetto pronunció un discurso inaugural que tuvo un clima cálido e intimista en el que repasó el protagonismo y la fuerza de la oralidad en las formas de generar vínculos y consolidar intentos de acercamiento en tiempos pandémicos pero también ante otras adversidades.

La autora de obras como «La mujer en cuestión», «Los manchados» y «Cacería» fue presentada por la directora del Filba Amalia Sanz como «un nombre indispensable de la literatura infantil y juvenil, una trabajadora anfibia de la palabra porque publicó poemarios, ensayos, cuentos, novelas» y también una asidua asistente de esta cita literaria anual.

Sanz dijo que el Filba nació como «una idea ambiciosa: habitar un mapa literario posible de nuestro país» y este año con La Pampa, al igual que el año pasado cuando el lugar de referencia fue Rosario, tuvieron que «volver a viajar sin tener que moverse de casa».

«Si siempre postulamos que la literatura es un puente entre personas, espacios, lenguajes, hoy esa potencia está más presente que nunca a través del puente de la virtualidad», señaló la directora del Filba.

Andruetto celebró la idea de federalización aún desde una virtualidad que «por un lado restringe y por otro expande, nos permite a todos escuchar, compartir y participar» en actividades en las que no hubiéramos podido estar presencialmente.

Su conferencia tuvo tres tramos. El primero lo tituló «Una bomba de oxígeno» y retomó al filosofo trans Paul Preciado y el ritual que confesó haber establecido, a partir de la pandemia, de hablar por videollamada desde París con sus padres, que están en un lugar al norte de Castilla, todos los días a las ocho y media de la noche.

La madre es la que define ese encuentro: «Verte es como salir a respirar», lo que a Preciado le ha dado la idea de bomba de oxígeno para ellos pero también para él. Esas charlas, que transcurren entre comentarios sobre la barba del hijo o la desconfianza de la madre ante la idea de caminar los tres juntos otra vez por la calle, trajeron una revelación para el filósofo: su padre, al que ve como un hombre frío que no suele acercarse al hijo que hoy está en la videollamada, de repente un día se acerca a la pantalla y le da un beso.

El segundo tramo tuvo como disparador una invitación al Salón del libro de Torino (Italia) y el relato de su anfitrión conmovido por grabaciones que encontró del Che Guevara leyendo poemas a su mujer porque probablemente no volvieran a verse. Andruetto destaca una frase del líder revolucionario al final de la lectura: «Esto es lo más enteramente mío que puedo dejarte».

El siguiente tramo lo tituló «El nombre en la punta de la lengua» y tuvo como protagonista al escritor y pensador francés Pascal Quignard que planteaba que «toda palabra recuperada es una maravilla, la palabra que no se sabe y de la que se está privado».

«Justamente -dijo Andruetto- esa que está en la punta de la lengua y no sale nos demuestra que no es un acto reflejo sino que es adquirida o sea que podemos padecer su abandono». Y remarcó que Quinard sabe de qué habla porque perdió dos veces la lengua: a los 18 meses se silenció, se trató de una depresión que tuvo lugar cuando lo separaron de una mujer que lo cuidaba, ella se llamaba Mutti y él analizó que eso fue su entrada al mutismo. La otra fue a los 16 pero se guarda el por qué, ese es su secreto.

Para la ganadora del premio Hans Christian Andersen de literatura infantil y juvenil, esta trama de recuerdos, evocaciones y lecturas plantea que «la memoria es en primer lugar una selección de lo que se está por olvidar y luego una retención de lo que queda fuera del olvido que la funda».

Después de estas experiencias de otros con la palabra y la oralidad, Andruetto se abocó a su vínculo con la escritura y aseguró que «no hay una sola verdad, la vida es insegura, inestable, también la escritura».

«Escribir es como entrar en la verdad del otro, su búsqueda es como mirar intensamente sin ser un mero espectador», definió y señaló que «lo más político del asunto es poner en cuestión las certezas porque lo que une al arte con la política es la posibilidad de establecer disenso, cómo salir de uno mismo para mirar desde otros».

Para la autora de «Lengua madre», «el narrador y su punto de vista son lo más importante» y por eso le interesa buscar detalles, ya que aseveró que allí está la creación. «Un relato, en mi caso también un poema, es una voz al oído, en la oralidad está el lugar más vital de una lengua y también el más inestable, el más inseguro y más difícil de apresar».

En ese punto dijo que uno los mayores desafíos «es cómo volver verdadera una voz», así que está «muy atenta a los registros del habla y sus matices porque en el matiz aparecen las contradicciones, confusiones, convicciones y conocimientos de la voz que narra».

«Las formas del arte que más me interesan son las que nos conectan con esa zona subterránea, un individuo que yendo a sí mismo logra extraer algo de esa voz social por eso en los mejores momentos de los mejores escritores quien habla por ellos es una sociedad», sostuvo.

Sobre su forma de trabajo dijo que no cree en las transposiciones sino «en el trabajo de escritura y en la cocción que el trabajo de escritura hace con la vida» y que sus universos comienzan «con ciertos relámpagos de vida de otros porque en algún punto todavía desconocido se vincula con algo propio». Eso es lo que va a descubrir mientras escribe.

A su vez dijo que le gusta discutir con ella misma, ponerse en cuestión como también queno le interesa «lo que escandaliza» sino «lo que es apenas un poco extraño y se esconde bajo las apariencias, lo extraño lo oscuro que habita en la vida de todos y que solo a veces con mucha atención se deja ver».

Reconoció que la identidad atraviesa de diversas maneras lo que ha escrito, tal vez porque -advirtió- es hija y nieta de inmigrantes «que han perdido su lugar y acá se buscaron a ellos mismos» entonces de alguna manera «esa nostalgia heredada» le dio un tono a su relación el mundo.

¿Cómo comienza a construirse una historia? «La primera línea es un regalo del cielo, al resto hay que transpirarlo. El regalo es una escena, una imagen y si tenemos suerte que haya un tono, una voz y una intensidad», explicó.

«Para escribir necesitamos del oficio pero hacerlo de oficio, como un mecanismo es lo que más nos aleja de lo que deseamos. En esa lucha entre conocer el oficio para ponerlo al servicio del deseo y someter el deseo a una escritura de oficio está el fermento de una obra», graficó Andruetto.

Si «escribir es ir hacia eso que viene hacia nosotros», para la autora «lo mejor sería deshabitarse para que algo pudiera ingresar».

Con esta conferencia de la escritora, docente, poeta y ensayista quedó inaugurado un nuevo Filba nacional que este año podrá seguirse a través de https://filba.org.ar/ y contará con homenajes a la artista Rosario Bléfari y a la poeta Olga Orozco, conversaciones, talleres y lecturas que seguirán hasta el sábado.

Fuente: http://www.telam.com.ar

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