Los demócratas impulsan el proceso para responsabilizar al expresidente por el violento asedio al Capitolio del último 6 de enero. Un fallo condenatorio, que no ocurrirá si los republicanos votan en bloque, podría exluirlo de una eventual competencia en las presidenciales de 2024.
El segundo juicio político al expresidente Donald Trump es constitucional, según votó el Senado de mayoría demócrata, después de revivir a través de videos la inédita toma del Capitolio que llevaron adelante seguidores del magnate el 6 de enero y de que oficialistas y republicanos cruzaran argumentos sobre la legalidad del proceso que, ahora sí, se abre a un nuevo periodo de presentación de elementos y pruebas.
El Senado debió votar dos cuestiones formales, aunque una más ríspida que la otra: primero decidió una cuestión organizativa sobre la estructura del juicio (89 a 11 votos) y después sí se zambulló en una discusión de horas sobre la constitucionalidad o no de un proceso a alguien que ya no estaba al mando de la Casa Blanca.
Ese punto, clave en la jornada, se saldó con una votación de 56 a favor y 44 en contra, lo que significa que 6 republicanos se volcaron –junto a los 50 demócratas- por la legalidad del proceso.
Un rato antes, el líder de la bancada republicana, Mitch McConnell, se había mostrado «complacido» por haber llegado a un acuerdo con los demócratas para un «proceso justo y un cronograma estimado para el próximo juicio en el Senado», que «les dará a los senadores como jurados tiempo suficiente para recibir el caso y los argumentos».
Sobre la constitucionalidad, que se resolvía por mayoría simple, los demócratas especulaban hasta con un voto desempate de la vicepresidenta Kamala Harris, si las dos bancadas –cada una con 50 escaños- votaban íntegramente por Sí y No, pero los 6 republicanos que se inclinaron por la constitucionalidad aceleraron la definición.
Antes, los representantes oficialistas que ofician de fiscales mostraron videos sobre lo sucedido hace poco más de un mes en el Capitolio, con la ocupación que dejó 5 muertos y puso en debate prácticamente a todo el sistema.
Le tocó a Jamie Raskin, demócrata por Maryland y gerente principal del juicio político, llevar la voz cantante: anunció que el caso contra Trump «se basa en hechos» y dio paso la filmación de 20 minutos con los momentos más intensos de la toma, en la que se vio a los alborotadores rompiendo ventanas y traspasando barreras, insultando a la Policía y amenazando a los legisladores que aún estaban en el edificio.
Las imágenes de los manifestantes se intercalaron con escenas de Trump alentando a sus seguidores mientras hablaba en el mitin del 6 de enero y en imágenes publicadas en Twitter. “Vamos a detener el robo», se escucha entonces decir al magnate, y luego: “Vamos a caminar hasta el Capitolio». Con esas armas, los demócratas acusaron a Trump de «incitación a la insurrección».
Del otro lado, David Schoen, uno de los defensores de Trump, advirtió que el juicio “va a desgarrar a este país». “El proceso va a dejar a Estados Unidos mucho más dividido y la posición del país en el mundo va a quedar afectada», alertó, según la agencia AFP.
Para Schoen, hay «un grupo de políticos partidistas que buscan eliminar a Donald Trump del panorama político en Estados Unidos y privar de sus derechos a más de 74 millones de votantes».
Un rato antes, en una situación sin precedentes, los 100 senadores que actúan como jurados habían dicho una oración y ocupado sus lugares para este proceso doblemente histórico, porque se trata de la primera vez que un expresidente estadounidense es sometido a un juicio político y, también, la primera que un exjefe del Ejecutivo es acusado dos veces.
En febrero del 2020 Trump fue absuelto de la acusación de presionar a Ucrania para perjudicar a su entonces rival Joe Biden.
Aunque no estuvo sobre la mesa de discusión, resonó de fondo una investigación que publicó ABC News sobre unos 200 acusados por los hechos del 6 de enero, varios de los cuales dijeron a la justicia que actuaron guiados por la palabra de Trump, inclusive varios de los señalados como responsables de los delitos más violentos.
Al menos uno de ellos aseguró estar dispuesto a testificar durante el juicio político sobre cómo las palabras de Trump resonaron en él, según su abogado. «Escuchó las palabras del presidente. Las creyó. Realmente le creyó», dijo el abogado de Jacob Chansley, Al Watkins, a ABC News. «Pensó que el presidente caminaba con él», añadió.
Antes de la votación sobre la constitucionalidad, el senador Bill Cassidy, republicano de Louisiana, admitió a la cadena CNN que los fiscales demócratas hicieron una “muy buena apertura, con muy buenos argumentos” sobre la cuestión y prometió “abordar el proceso con una mente abierta y como un jurado imparcial”.
Cada postura republicana es mirada con atención, porque la Constitución requiere una mayoría de dos tercios para un veredicto de culpabilidad.
Y aunque varios senadores republicanos criticaron el rol del 45º presidente de Estados Unidos en el violento episodio, parece poco probable que 17 de ellos se unan a los 50 senadores demócratas para condenar a Trump, aún muy popular en la base de su partido.
En lo que parece haber coincidencia es en la necesidad de un proceso rápido, al punto que nadie descarta que la semana próxima ya pueda votarse.
Salvada la cuestión de la constitucionalidad, los managers demócratas y los abogados de Trump empezarán a presentar sus argumentos y cada uno tiene un máximo de dos días con exposiciones que no pueden superar las ocho horas cada jornada.
Después de las dos presentaciones, los senadores tendrán un total de cuatro horas para interrogar a ambas partes y, posteriormente, habrá dos horas para discutir sobre si se deben considerar mociones para citar testigos y presentar pruebas que, de ser permitido, podría alargar el debate.
En el cierre, cada parte tendrá hasta cuatro horas para hacer sus alegatos finales antes de la votación sobre la acusación.