La violencia vicaria, que utiliza a hijos e hijas como herramientas para dañar a la madre, ha cobrado atención creciente en Argentina. Este tipo de violencia, especialmente tras denuncias de abuso o separaciones, ha llevado a situaciones extremas, como la muerte de niños. Susana Rubertu, presidenta de la Asociación MAMI (Manipulación, Alejamiento y Maltrato Infantil), subrayó esta problemática, enfatizando la grave necesidad de reconocer formalmente la violencia vicaria en la legislación.
«La violencia vicaria debe ser nombrada dentro de la violencia de género; lo que no se nombra no existe», explicó Rubertu, al referirse a los proyectos de ley en discusión, incluyendo uno presentado por la diputada Mónica Macha. Actualmente, la ley 26.485 no menciona explícitamente esta forma de violencia, lo que complica su identificación y abordaje.
Rubertu también criticó el funcionamiento de la justicia: «El desastre que hace la justicia es innegable. En provincias como Neuquén y Córdoba el sistema es deficiente, y en La Rioja, las madres que denuncian son acusadas de obstrucción». Esto se agrava por la falta de recursos económicos de las mujeres para acceder a asesoramiento legal efectivo.
Además, destacó el temor de las mujeres ante un sistema que parece favorecer a los hombres, quienes pueden costear expertos que las mujeres no pueden. MAMI opera en todo el país, y están preparando una mesa nacional de violencia vicaria en Córdoba para abordar estos temas y buscar soluciones.
El reconocimiento formal de la violencia vicaria en la legislación es crucial para proteger a mujeres y niños, garantizando que las intenciones manipuladoras y destructivas no queden impunes.
