La mega muestra de arte, ciencia y tecnología consolidó desde su apertura una experiencia lúdica de divulgación y reflexión de forma abierta y pública, lo que en términos simbólicos significó la expansión del acceso a la cultura.
Tecnópolis, la mega muestra de arte, ciencia y tecnología, consolidó desde su apertura una experiencia lúdica de divulgación y reflexión de forma abierta y pública, lo que en términos simbólicos significó la expansión del acceso a ciertos consumos culturales como las obras de arte y también de espacios, ya que a lo largo de sus diez años ofició de plataforma para eventos tan heterogéneos como el Encuentro Federal de la Palabra, el Mercado de Industrias Culturales o el festival gastronómico Raíz.
Desde sus comienzos, el arte tuvo un lugar central en el predio de Villa Martelli con un circuito que incluía murales, esculturas, exposiciones, intervenciones y videoinstalaciones de artistas de todas las corrientes y vanguardias: desde el arte cinético de Gyula Kosice, la impronta crítica y reflexiva de León Ferrari, la estética pop de Marcos López, el arte conceptual de Leandro Erlich o el arte urbano con grafiteros que pintaban en vivo en lo que se conocía como el Espacio Joven.
Es recordada la instalación del santafesino Marcos López, que montó allí mismo «La fuente», donde en una fuente de mosaicos reposaba un pato y muñecos inflables que podían leerse en guiño como una postal del 17 de octubre de 1945 en la Plaza de Mayo pero no de «descamisados» sino de oficinistas. Y con esa misma impronta de religiosidad pagana, el fotógrafo exhibió su famoso mural de santos populares latinoamericanos en escala gigante.
También hubo reproducciones de obras de León Ferrari (1920-2013) como la selección de sus serie «Planetas», «Nosotros no sabíamos» y «Nunca más», estas dos últimas recordadas por el tono de denuncia y crítica que el artista ejerció contra la última dictadura cívico militar. También hubo obras de Graciela Sacco y Nushi Muntaabski, así como muestras que fueron desde una pionera exposición de textiles que combinó tecnología, diseño, moda y arte, hasta otra sobre el universo de Héctor Germán Oesterheld con manuscritos, fotografías y papeles de trabajo del gran historietista argentino, creador del célebre cómic «El Eternauta».
Las múltiples formas de la palabra recorrieron Tecnópolis en dos ediciones del Encuentro Federal de la Palabra, cuya primera cita recibió más de 300.000 personas. El festival cruzó escritores, pensadores, artistas, dramaturgos y músicos y desplegó ventas de libros, charlas, homenajes, actividades, juegos, un festival de stand up, conferencias magistrales y experiencias que hoy se resignifican con toda su potencia: como una teleconferencia con Julian Assange y una clase abierta que dio el escritor y crítico Ricardo Piglia.
Entrevistado por Santiago O´Donnell, el programador y activista de Internet australiano, reconocido por fundar en 2006 WikiLeaks, el sitio web que en 2010 difundió más de 250.000 cables secretos del Departamento de Estado de los Estados Unidos, se explayó sobre los programas biométricos en todos el mundo, asegurando que tiene ciertos reparos, sobre todo cuando existen «servicios de inteligencia corruptos».
Otra tarde, en su clase abierta, el autor de «Plata Quemada» (1941-2017) señaló que «la relación entre temporalidad y lenguaje encuentra su espacio pleno en el momento de la lectura, el tiempo necesario para leer un texto no se puede acelerar más allá de que uno se saltee partes y, en algún sentido, seguimos leyendo a la misma velocidad que en tiempos de Aristóteles» y sentenció: «Yo acepto que las imágenes nos dan una comprensión inmediata, pero no vamos a poder nunca acelerar el tiempo que necesitan esas mil palabras para ser leídas».
Por las ediciones del «Encuentro Federal de la Palabra», que habilitaron una oportunidad inédita de expandir la palabra por fuera de citas que requerían compra de entradas para solventar los gastos de alquiler, desfilaron autores y referentes locales como Alejandro Dolina, Claudia Piñeiro, Juan Sasturain, Leonardo Oyola, Diana Bellessi, Leopoldo Brizuela, Alan Pauls, María Teresa Andruetto y Eduardo Sacheri.
El evento, que tuvo la compleja tarea de cruzar calidad con experiencias posibles en la inmensidad de ese parque, fue curado por referentes de cada área: Jorge Dubatti y Mauricio Kartún en teatro; Cristian Alarcón y Mariana Enriquez en periodismo; Mariano del Mazo en área de la canción; Fierita Catalano en cultura digital y Ariel Schettini y María Julia Magistratti en literatura.
En su afán de innovación, se llevó allí el primer festival internacional de historieta, «Comicópolis», una combinación de Tecnópolis y cómics y que en su primera edición tuvo el padrinazgo de Quino, el creador de Mafalda, emblema de la historieta y el humor gráfico nacional, que además fue homenajeado en una actividad junto a Rep y otros colegas, donde se leyó una carta de la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner. En 2017, «Comicopólis», con ese mismo nombre, desplegó una nueva edición en el predio de La Rural.
El mega predio bonaerense, ubicado a pasos de la General Paz, fue escenario de la Feria del Libro infantil y juvenil, por primera vez en 2014, cuando se decidió realizar el evento en dos sedes de forma simultánea; de las famosas charlas TED, la marca de conferencias sobre temas de tecnología, actualidad, cultura, crecimiento personal, educación, política o ciencias sociales.
Tecnópolis también fue encuentro con la gastronomía, cuando en 2013 se inauguró el Festival Raíz, una gigantesca feria que reunía a productores, cocineros de distintas provincias y restaurantes que ofrecían platos típicos regionales y que continuó la experiencia en otras dos ediciones para mostrar al gran público (más de 300.000 personas pasaron en su primer año) los secretos culinarios de esta tierra, desde los asados criollos a las empanadas tucumanas y desde la cocina del mar a la andina.
Las industrias culturales tuvieron su tiempo y lugar en Tecnópolis: allí durante cuatro días se llevó adelante el Mercado de Industrias Culturales Argentinas, una política pública que se inició con el kirchnerismo y continuó con el macrismo al proponer una plataforma para fomentar el sector cultural y profesionalizar las distintas áreas de la cultura a partir de instancias de acuerdos y rondas de negociación orientadas a productores, gestores, emprendedores y empresarios.
La edición del MICA tuvo lugar en 2013 y además de los 2.600 profesionales que participaron de intercambios, acuerdos, conferencias, capacitaciones, congregó a más de 80.000 personas que tuvieron un encuentro mano a mano con grillas armadas especialmente por los sectores editorial, audiovisual, la música, los videojuegos, las artes escénicas y el diseño, a partir del encuentro con expresiones, obras y artistas y artesanos de todo el país.
Y así como la industria, la palabra, el arte, el juego y la ciencia, Tecnópolis se dispuso a pensar el campo intelectual, con las recordadas ediciones del Simposio Internacional de Filosofía y Política «Debates y Combates», que reunió a los más destacados referentes, entre ellos Ernesto Laclau o el político francés Jean-Luc Melenchon.
Los intelectuales formaron parte del ciclo Debates y Combates que motorizaba la entonces Secretaría de Cultura en el que expusieron e indagaron en los desafíos de la crisis de la globalización y plantearon la emergencia de nuevos sujetos sociales en Latinoamérica.
Fuente: http://www.telam.com.ar