Tensión en Medio Oriente: Protestas y descontento social en Israel

La situación en Israel se ha vuelto particularmente crítica, con protestas masivas que reflejan un creciente descontento social hacia el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu. Este descontento se ha manifestado en una huelga general promovida por la principal central sindical del país, que se opone abiertamente a la gestión de la política exterior y a la situación en la Franja de Gaza.

La fractura social en Israel es evidente, ya que no toda la población apoya las decisiones del gobierno, lo que ha generado un clima de tensión y un notable descenso en el apoyo gubernamental. Un sector importante de la sociedad israelí, especialmente la sociedad árabe israelí, demanda un mayor nivel de pacificación, lo que resalta las diferencias con el gobierno en cuanto a la política exterior, la defensa y la economía. Este descontento se ve exacerbado por la falta de avances en las negociaciones sobre los rehenes, una de las demandas centrales de los israelíes.

En este momento, Israel no solo está involucrado en un conflicto en Gaza, sino que también se especula sobre su posible implicación en Jordania y Líbano, en un escenario marcado por la tensión con Irán, que ha ido en aumento durante las últimas dos décadas. La situación se complica aún más con la reciente decisión del Reino Unido de suspender la venta de armas a Israel, una medida que Netanyahu ha desestimado, afirmando que «con o sin armas, Israel va a ganar». Esta postura refleja la creciente presión interna que enfrenta el gobierno israelí, que se encuentra en una encrucijada entre mantener el apoyo de sus aliados tradicionales, como Estados Unidos y Gran Bretaña, y lidiar con el creciente descontento en su propio país.

Los sectores religiosos que apoyan al gobierno de Netanyahu han mantenido una visión particular sobre el conflicto, pero la presión internacional y las manifestaciones en contra de la política del gobierno están comenzando a afectar la estabilidad de esta alianza. A medida que la comunidad internacional observa, actores como China y Rusia están intentando jugar un papel diplomático en la región, buscando contribuir a la pacificación y resolver las diferencias en el frente palestino.

Recientemente, Israel anunció la muerte de un alto comandante de Hamas, lo que podría ser un intento del gobierno de mostrar efectividad en su estrategia de seguridad. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿será suficiente para calmar los ánimos en un país que enfrenta un descontento social creciente y un panorama internacional cada vez más complejo?

Horacio Liendo, Investigador y Profesor Titular de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Rioja, destaca que la situación en Medio Oriente es un recordatorio de que, en un mundo en rápida reconfiguración, las decisiones políticas y las tensiones internas pueden tener repercusiones significativas no solo a nivel local, sino también en el escenario global. Liendo señala que la presión social podría llevar a transformaciones en la política del gobierno, dado que el régimen parlamentario permite mociones de censura y cambios rápidos en la administración.

Además, se observa que las potencias occidentales y algunos actores del mundo árabe están apostando por posiciones más radicales para generar un marco de inestabilidad que les permita ganar influencia. En este contexto, tanto Irán como Turquía tienen intereses concretos en la región. Turquía, por ejemplo, ha manifestado su intención de asociarse rápidamente con la Unión Europea, lo que podría poner en jaque el sistema construido por Occidente.

La atención se centra ahora en cómo se desarrollarán los acontecimientos en las próximas semanas y meses, especialmente en relación con los conflictos en Jordania, Líbano e Irán. La situación es un momento disruptivo en la política internacional, donde se están produciendo cambios que podrían redefinir el orden establecido en los últimos 70 u 80 años. La presión de la sociedad israelí y la creciente influencia de actores como China y Rusia en la región podrían ser factores determinantes en el futuro del conflicto y la estabilidad en Medio Oriente.

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