La investigación se lleva a cabo en Brasil, Colombia y Argentina. En el país es liderada por el investigador del CONICET Ezequiel Adamovsky.
Cómo las creaciones artísticas movilizan el lenguaje narrativo y no narrativo para combatir el racismo? ¿Qué tipo de técnicas lingüísticas, performativas y visuales utilizan los artistas de Latinoamérica para oponerse al racismo? Esas son algunas de las preguntas que guían Cultures of Anti-Racism in Latin America, un proyecto que analiza comparativamente los casos de artistas de Brasil, Colombia y Argentina, dirigido por el Prof. Peter Wade y financiado por el Arts and Humanities Research Council del Reino Unido a través de la Universidad de Manchester. En Argentina, la investigación está encabezada por el investigador del CONICET del Laboratorio de Investigación en Ciencias Humanas (LICH), Ezequiel Adamovsky.
Tal como explican los científicos y las científicas que forman parte de este proyecto en los fundamentos del mismo, “las artes siempre han desempeñado un papel crucial en los movimientos antirracistas. Desde la poesía abolicionista del siglo XIX y la capoeira de principios del siglo XX hasta la literatura contemporánea, el teatro de protesta y el hip hop, las artes han sido importantes herramientas de protesta y de iniciativas educativas contra el racismo. Las artes tienen la capacidad de movilizar emociones a través del lenguaje narrativo y no narrativo, lo que las hace particularmente adecuadas para lidiar con el carácter visceral del racismo y su dependencia de una lógica emotiva”.
El objetivo de este proyecto, que comenzó a comienzos de 2020, es investigar la sociabilidad, las prácticas y los discursos de artistas contemporáneos y productores culturales que trabajan en literatura, artes visuales y escénicas, que se centran en temas de diferencia racial, racismo y antirracismo en Brasil, Colombia y Argentina. ¿Por qué en estos países? Porque en los tres casos “ejemplifican, de diferentes maneras, cómo el universalismo ciego al color coexiste con la persistencia del racismo abierto y rechazado o velado”, explican los miembros del equipo científico, que en cada país identificó varios artistas que tratan temas de diferencia racial-étnica, racismo y/o antirracismo en su trabajo creativo para analizar sus prácticas. El objetivo es estudiar cómo sus prácticas artísticas y performativas articulan estrategias antirracistas que abordan cómo la discriminación racial y la democracia racial se entrelazan en América Latina y, en particular, cómo estas prácticas abordan la naturaleza afectiva de la raza y el racismo, y movilizan el afecto y la emoción a través del discurso y performance.
-¿Cómo y por qué surge el proyecto “Cultures of Anti-Racism in Latin America”?
-Ezequiel Adamvosky: El proyecto surge de una iniciativa de Peter Wade, un antropólogo de la Universidad de Mánchester con una larga trayectoria en el estudio de la dimensión racial en América Latina. Durante mucho tiempo estudió la conformación de las jerarquías raciales en la región y sus efectos en la cultura y luego se dedicó a investigar las maneras en las que las sociedades latinoamericanas combaten en racismo. En este caso, se trata de analizar al arte como un espacio posible para el antirracismo. Peter Wade planteó un proyecto que fuese a la vez interdisciplinario e internacional, con equipos trabajando sobre los casos argentino, colombiano y brasileño. Para cada caso convocó referentes en el tema de los diversos países.
-¿Cuándo comenzaron el trabajo y cómo está conformado el equipo que analiza el caso argentino?
-E.A.: Trabajamos conjuntamente durante un tiempo para presentar el proyecto que finalmente ganó un financiamiento de Arts and Humanities Research Council del Reino Unido. El proyecto arrancó formalmente en 2020 con un esquema muy intenso de trabajo que hubo que adaptar a las condiciones de la pandemia. El equipo argentino está conformado por Ignacio Aguiló que es el responsable en Mánchester, Ana Vivaldi, que es la investigadora posdoctoral a cargo de interactuar con los grupos de arte, Alejandro Frigerio, que es especialista asesor y yo que soy el co-investigador responsable del proyecto en Argentina. A ese núcleo inicial se sumaron como asistentes de investigación Lorena Cañuqueo y Pablo Cossio. Y una de las cosas más interesantes del proyecto es que los académicos interactuamos con colectivos que realizan expresiones artísticas con contenido antirracista: los grupos de teatro Teatro en Sepia (de Buenos Aires) y Katango (de Río Negro), el proyecto musical hip-hop EskinaQom y el colectivo Identidad Marrón. De esos grupos están participando en el proyecto los siguientes creadores: Alejandra Egido, Miriam Álvarez, Alejandro Mamani, América Canela, Florencia Alvarado, Abril Carissimo y Brian y Nahuel López.
–¿Cómo es la metodología de trabajo?
-Ana Vivaldi: La metodología del proyecto, en lo que tiene que ver con la relación con los artistas, se sitúa dentro de las metodologías de investigación-acción colaborativa. Más específicamente se ponen en práctica elementos de dos trayectorias. Por un lado, trabajamos desde elementos de investigación militante desarrollada por el Colectivo Situaciones en sus trabajos con distintos movimientos sociales desde principios de los 2000. En su trabajo dentro y fuera de la academia el Colectivo ha planteado formas de colaboración basadas en proyectos abiertos, que emplean teoría social y metodologías de intervención del activismo pero evitan análisis que queden dentro de un marco preestablecido. Más recientemente, la socióloga Verónica Gago y Liz Mason Deese plantearon la idea de traducción y transversalidad como puesta en común entre distintas experiencias políticas y el conocimiento académico. En una línea adyacente, las antropólogas Laura Kropff y Lorena Cañuqueo del equipo de comunicación Mapurbe, plantean la investigación activista desde otro lugar. El activismo tiene una orientación definida que tiene que ver con la autoafirmación del pueblo-nación Mapuche, pero habiendo creado un espacio para lo novedoso que genera la investigación conjunta y la multiplicidad de experiencias y acciones. Por otro lado, en Canadá, en el marco de mi trabajo docente y de extensión en la Escuela de Etnográfía Urbana en la Universidad de British Columbia, adaptamos junto a mis colegas Tom Kemple y Heather Holroyd prácticas de investigación feminista de la socióloga Dorothy Smith. Smith plantea un punto de partida en el encuentro con situaciones y grupos atravesados por un problema social. Retomando la sociología crítica y una perspectiva de clase ella plantea que la investigación define sus objetivos en conjunto, y empleando herramientas compartidas que permitan vincular lo “actual” en su relación constitutiva con las instituciones sociales existentes.
-¿Cómo fue la interacción con los artistas?
-A.V.: Nos propusimos inicialmente un período de conocimiento mutuo entre artistas, activistas e investigadores, reconociendo que muches de nosotres transitamos más de uno de estos roles. Se planteó como punto de partida que las herramientas de investigación podían y debían ser útiles para los colectivos y artistas. Con la directora teatral Alejandra Egido, y luego de varias conversaciones, nos propusimos escribir una nota de divulgación sobre las prácticas escénicas de su compañía Teatro en Sepia que da espacio a representar y recrear las vidas Afro en Buenos Aires. Escribimos la nota a partir de conversaciones y lectura de textos de la compañía. Con Identidad Marrón y Pablo Cossio planteamos colaborar en la producción de material didáctico que acompañe talleres que el grupo realiza y se difunda sus análisis y prácticas educativas. Un segundo paso fue proponer colaboraciones entre nosotres y los grupos con los que el proyecto trabaja que no tenían una relación previa de trabajo. De esta forma se generó un trabajo de intercambio e investigación y posterior escritura dramática conjunta entre las compañías Teatro en Sepia y la compañía de Teatro Mapuche El Katango dirigida por Miriam Álvarez. También hemos generado puentes entre el grupo de Hip Hop Eskina Qom y el colectivo Identidad Marrón. Finalmente, una tercera etapa es colaborar en la organización de eventos que serán enmarcados como el Octubre Marrón, y que lidera el colectivo Identidad Marrón. Con la dirección de la antropóloga y comunicadora Lorena Cañuqueo estamos realizando un mini ciclo de podcast basado en conversaciones con artistas que hacen arte antirracista. Y, finalmente, estamos en medio de la organización de una exhibición virtual que presentará algunos de los trabajos de los artistas con los que hemos colaborado desde principios del 2020.
El caso argentino
Según se explica en los fundamentos del proyecto, en Argentina, el derrotero del arte ligado a cuestiones raciales “comenzó en el siglo XX, en narraciones que retrataron a Argentina, internamente y en el extranjero, como un país principalmente blanco / europeizado, creado por la inmigración masiva europea y la supuesta extinción de las poblaciones indígenas y afrodescendientes a fines del siglo XX. Impulsados por la crisis económica de 2001 y el progresivo giro de los gobiernos de Kirchner, los historiadores cuestionan este retrato excepcionalista, con evidencia de que las personas de origen indígena, africano y mixto no fueron borradas, sino obligadas a incorporarse en una población supuestamente uniforme. Se ha llamado la atención sobre la forma en que, en la vida cotidiana, las diferencias racializadas contribuyen a las jerarquías sociales. El término negro se usa en la interacción diaria no solo para referirse a los antecedentes africanos sino también a los antecedentes provinciales y de la clase trabajadora y/o, implícitamente, a los orígenes de razas mixtas. Recientemente también se ha utilizado para describir a los inmigrantes andinos percibidos como fenotípicamente oscuros”.
El siglo XXI, explican desde el equipo de trabajo, Argentina “ha visto una explosión de formas que denuncian las formas oblicuas en que se escribe la raza en los guiones de la identidad nacional y que impulsan una definición más diversa de la identidad nacional. En este contexto, los sectores populares han estado desarrollando expresiones culturales que desafían los estigmas asociados históricamente por la clase media blanca con la identidad negra y otras subjetividades no blancas. ¿Cómo se adapta la práctica antirracista a una formación racializada en la que tanto la diferenciación fenotípica como la cultural son relativamente moderadas? ¿Qué enlaces afectivos se utilizan?”
En tal sentido, las y los científicos que forman parte del proyecto señalan que “estudiar América Latina puede proporcionar un entendimiento de la coexistencia del racismo, la `post-racialidad` y el multiculturalismo que resultará útil para informar la práctica antirracista allí y en otros lugares. Observar cómo los artistas, escritores e intérpretes latinoamericanos, a través de sus prácticas artísticas, eligen abordar la raza y desafiar la desigualdad y el racismo raciales en sintonía con las realidades de la región, puede servir como una lección para el antirracismo en la actualidad”.
Fuente: http://www.conicet.gov.ar