Argentina se prepara para elegir democráticamente a su presidente número 33 mediante el voto. Este proceso democrático se remonta al primer presidente constitucional, Justo José de Urquiza, elegido por voto en 1853.
Al igual que en aquellas épocas, en las cuales las formas antagónicas de Unitarios y Federales resolvían sus disputas a punta de pistola y fusil durante más de 50 años, hoy vuelven a enfrentarse dos fuerzas totalmente distintas para la construcción de nuestro país. Este 19 de noviembre, los argentinos elegirán si quieren ir para un lado o para el otro totalmente contrario.
Por un lado, una propuesta libertaria, en donde el Estado debe ser tan pequeño que solo garantice seguridad de las personas, propiedad privada y la administración de la justicia; el resto será tarea de privados. Tal cual lo dijo su referente, Javier Milei, la educación, salud, obra pública, e incluso las relaciones comerciales internacionales, serán tarea de privados con su respectiva oferta, propuesta que fue diluida al final de la campaña para conseguir más adeptos. Las cajas jubilatorias serán administradas por privados, y según el aporte de cada trabajador, será su retiro.
Algunos dijeron que esto es campaña del miedo, pero en realidad es el Estado perfecto en el que los libertarios o la escuela Austriaca, es el sueño perfecto de los economistas como Carl Menger, Eugen von Böhm-Bawerk y Friedrich von Wieser, quienes sentaron las bases de una teoría no intervencionista pura. Se sigue tan al pie de la letra que piensan que un Estado no debe intervenir, al punto tal que ni moneda debe emitir. Tamaña empresa tendrá Milei en el país de Latinoamérica, que mayor intervención estatal tiene.
Por otro lado, un modelo que se sustenta en el Estado como agente regulador de diferentes temas, y garante de cuestiones consideradas derechos de la población, como educación, salud, seguridad social y jubilaciones. Un modelo que, si bien fue cuestionado durante mucho tiempo, es el único de Latinoamérica que dio científicos premios Nobel, tiene la mejor universidad de Latinoamérica y un sistema de salud con menos excluidos del cono sur. Su candidato, Sergio Massa, sostiene que profundizará el modelo y que mejorará el funcionamiento del mismo, centrándose en la explotación y exportación de hidrocarburos, agricultura e industrial tecnológica. El Estado será garante y estará presente en la vida de los ciudadanos.
Para resumirlo, el modelo de país de Milei es el que el Estado gaste menos posible dinero, al punto que Javier fue el único que votó en contra de la ley de Cardiopatías Congénitas en el congreso, y expresó en entrevistas que sabe de la importancia de la ley, pero no puede seguir apoyando acciones que le provoquen gasto al Estado. Todo lo que salga del Estado es gasto, un subsidio, una pensión, un empleado público, un semáforo en la avenida, una escuela. La consigna es clara: no debe haber gasto.
Milei quiere ser referente de un modelo no intervencionista puro, y no es una campaña del miedo. ¿A qué libertario puede darle miedo eso? Miedo le dará a alguien que no es libertario y quiera un beneficio del Gobierno; el único beneficio del Estado para un libertario es la no intervención.
Por otro lado, hay un Estado que se hace presente en salud, educación, regulación legal del trabajo y el comercio. Dos grandes diferencias para que se entienda: YPF y Vaca Muerta seguirán siendo argentinos con Massa y se privatizarán con Milei. Lo cierto es que se elegirá presidente por 4 años, y esa idea de que si no hace las cosas bien se irá antes es una idea simple e ilusa. Lo demostró Menem que, vendiendo empresas y con caja llena, se compra gobernabilidad. La constitución marca 4 años y debe cumplirse, por eso hay que elegir con convicción y seguridad en qué país queremos vivir.
Debemos honrar el próximo 19 de noviembre y festejar la democracia, y no permitir que malos perdedores cuestionen un sistema transparente y participativo. Habrá que ver y estudiar cómo se sigue y avanza en un país en donde la mitad quiere ir a una punta y la otra quiere ir a otra punta totalmente contraria. El domingo veremos para qué lado decide ir el pueblo.
