El día que no anocheció en Madrid

No ha sido una noche cualquiera, y no sólo por la nieve. Incluso bien entrada la madrugada, el cielo tenía un tono anaranjado y parecía que era de día. ¿A qué se debe este fenómeno?

La gran nevada que hizo este viernes intransitables las calles de Madrid no sólo tiñó de blanco la ciudad. Al caer la noche, la capital no se sumió en la oscuridad como sucede cada día. El cielo se tornó en un tono anaranjado e, incluso, bien entrada la madrugada, parecía que seguía siendo de día. Un fenómeno que ha llamado la atención de los madrileños que se asomaban a las ventanas impresionados por la incesante caída de nieve, y que ha permitido tener mucha más visibilidad de la habitual en una noche cualquiera a los que se quedaron atrapados en las carreteras o se aventuraron a seguir a la calle a jugar con la nieve o hacerse fotos. Las redes sociales se han llenado de imágenes nocturnas de la nevada con una luz inusual.

¿A qué se debe este fenómeno? Según todos los meteorólogos consultados por este diario, la explicación es sencilla y no tiene nada de extraordinario. Es la misma, además, que hace que apenas veamos estrellas en la bóveda madrileña: la contaminación lumínica.

«Simplemente, las luces de la ciudad al reflejarse sobre el manto blanco de nieve dan esa sensación de luminosidad. Ocurre también en las pistas de las estaciones de esquí, que parece que es casi de día aunque ya haya anochecido», explica en conversación telefónica el meteorólogo José Antonio Maldonado, director científico de Meteored.

«La nieve tiene una gran capacidad para reflejar la luz. Cualquier tipo de iluminación que incida sobre el manto de nieve, ya sea luz artificial como ocurrió anoche en Madrid, o natural, causa ese efecto», apunta por su parte Mar Gomez, doctora en Físicas y responsable del área de meteorología del tiempo.es.

Coincide José Miguel Viñas, experto de Meteored: «La nieve refleja muchísima la luz. En un día normal que no esté nevando, el alumbrado público en la ciudad genera mucha contaminación lumínica que hace que a veces el cielo tenga también un tono anaranjado y no podamos ver las estrellas. En las noches en las que como hoy, ha nevado tanto, el manto que hay sobre el suelo reflejaba muchísima luz, y esto se ha visto amplificado además por los copos de nieve que han caído de forma incesante», señala el meteorólogo. «Si estuviéramos en un bosque, sin iluminación, o en una zona perdida de la montaña con la misma cantidad de nieve, no se habría producido este efecto».

http://www.elmundo.es

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