El libro de un sociólogo del CONICET que refleja de manera sencilla el complejo universo del trabajo doméstico

Santiago Canevaro hilvana un centenar de historias para desentrañar el vínculo entre empleadores/as y empleadas domésticas.

Cuando el científico del CONICET Santiago Canevaro comenzó la etapa de indagación de su tesis doctoral, centrada en la relación entre empleadas domésticas y empleadores y empleadoras, se sintió más cerca de ser un psicólogo que un sociólogo: una vez que mencionaba el tema a quienes iba a entrevistar, las personas le contaban sus experiencias de una manera torrencial, casi catártica, sin necesidad de que les hiciera preguntas. “Era increíble: todos los empleadores y empleadoras tenían algo para contar –señala Canevaro, cuyo lugar de trabajo es la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM)-. El tema los movilizaba, percibía un apasionamiento. Además de contarme su experiencia, me saturaban con preguntas, consultas, pedidos de sugerencias respecto a cómo actuar ante ciertas circunstancias, o buscaban aprobación en mí para justificar sus acciones. Ahí me di cuenta que era un tema que atravesaba de un modo muy especial la vida cotidiana de las personas”.

El resultado de ese trabajo de campo, que realizó en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y le llevó ocho años de más de cien entrevistas en profundidad, análisis de materiales y observaciones, se transformó en el libro Como de la familia (Prometeo, 2020): el destilado de un estudio original y riguroso acerca del modo en que se articulan las relaciones de desigualdad, los intercambios afectivos y los sentidos de la relación de trabajo entre empleadores y empleadoras y empleadas domésticas.

En las casi trescientas páginas del libro, Canevaro apunta su brújula socio antropológica directo al corazón de un tema tan presente como invisibilizado: despliega historias de empleadores como de empleadas, narradas de un modo simple y entretenido, como si fueran fichas de un rompecabezas que permiten al lector comprender en profundidad no solo la dimensión científica, sino también la complejidad humana detrás de esta modalidad de empleo tan común en la clase media porteña.

Lo que motivó a Canevaro a poner la lupa sobre este tema también fue su propia experiencia: en sus inicios como sociólogo del CONICET, mientras se abocaba al estudio de poblaciones de jóvenes migrantes, le llamó la atención el modo en que las madres de esos jóvenes hablaban de sus empleadores. “Escuchar a esas mujeres migrantes me recordó a esas mujeres que trabajaban en mi casa o en la de mis familiares cuando yo era chico: nací en Corrientes, y a los seis años me vine con mi mamá a vivir a Capital. Como ella me criaba sola, siempre tuvimos empleadas domésticas en casa”, recuerda. “Patricia, que era la trabajadora doméstica de una de mis tías, venía de vacaciones con nosotros. Yo jugaba con ella al fútbol, hablábamos mucho y hasta un día la salvé de haberse ahogado en el mar. Esas experiencias me trajeron una sensibilidad que articulé con una discusión más conceptual, y crucé con los estudios migratorios, de mujeres y de identidad que venía realizando”.

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