Así lo expresó María de los Ángeles “La Bruja” Salguero, quien fué la artista homenajeada en la segunda jornada de la Chaya en Familia.
Esta destacada artista riojana, es una de las referentes de la nueva generación de artistas populares con nueve discos editados.
Fue elegida con el Premio Konex de Platino 2015 como la Mejor Cantante de Folklore de la Década, Consagración del Festival de Cosquín 2017 y Premios Gardel en dos oportunidades.
En esta oportunidad en el marco del programa Chaya en Familia, Salguero se definió como una intérprete que se caracteriza por trabajar obras populares de autores alejados del circuito comercial pero que describen el país actual de manera profunda y creativa.
“En Argentina hay muchos cantores, cantoras, compositores, escritores que tienen que ver con un repertorio, con buscar canciones que no son tan comerciales pero sí más visceral en lo que se quiere decir y creo que es justamente y que tienen que ver con esa experiencia de haber sido cercenados”, puntualizó.
La artista dijo: “creo que haber nacido en el barrio Matadero, cuna de laburantes y familias humildes, hizo que a medida que fui creciendo eligiera un repertorio que me acompañaban en esas inseguridades que tenia».
«En la secundaria fui más rebelde y ahí fui eligiendo otras canciones. Para mí cantar fue una manera de expresar muchas cosas que callaba y que tenía que ver con la desigualdad y cuando crecí me di cuenta que podía hacer de todo lo que quiera sin importar dónde haya nacido, el mundo es para todos”, subrayó.
Sobre su presente “La Bruja” dijo estar en una etapa “explosiva”. “La verdad es que después de la muerte de Tino (su padre) se me cayeron todos los universos que existen en el más allá. Yo pensé que jamás iba a volver a cantar después de lo que le había pasado a mi papá y cuando me pude poner de pie, sobre todo sintiendo que él estaba acompañándome, me dio mucha más fuerzas. Ahora se viene una ruta muy explosiva”, expresó.
En otro párrafo de la entrevista volvió a recordar a su padre, gran folclorista riojano al asegurar que “pude pararme, él me ayudó a pararme y ahora creo que no me para nadie. Son cimbronazos que te da la vida y que es un antes y un después”.
«En esta pandemia nos dimos cuenta lo bendecidos que somos de tener un nuevo día de vida”, reflexionó.